Uno al mes: Trilogía del Batzán

Mi amiga Pilar, del estupendo blog Mamás Full Time, es una liante.

Pero una de las buenas, de las que tienen ideas chulas en las que te embarca y tú te dejas porque te gusta la marcha. Y me ha liado. ¿Cómo decirle que no, si es más maja que las pesetas?

Y es que si propone que varias blogueras publiquemos una vez al mes una reseña sobre algún libro que nos haya gustado y que queramos compartir con vosotros, porque se ha lanzado a promover la lectura en su nuevo proyecto “Uno al mes” (¿Habéis visto la insignia que ha diseñado Bárbara, de Puntadas y otros enredos?) pues no me puedo negar…

Así que ahí voy con mi propuesta que no es una, ni dos, sino tres¡¡. Sí, amigos, ya que me lío me lío a tope. Y es que me ha cautivado totalmente una trilogía que me he de-vo-ra-do, así, sin descansar entre uno y otro y quiero más…

Últimamente leo mucha novela policíaca y he descubierto una autora que me ha encantado. Se llama Dolores Redondo. Vasca y mujer. Nada de autores americanos muy machos ellos. O suecos, tan de moda. Una mujer más de la tierra que una txapela.

Los tres libros que me he bebido, robando horas de sueño, forman parte de una serie llamada “Trilogía del Batzán” que es un valle norteño que muero por visitar, aleccionada por sus hermosas descripciones.

La trilogía se compone de “El Guardián Invisible”, “Legado en los Huesos” y “Ofrenda a la Tormenta”, por orden cronológico. Se pueden leer de forma independiente, pero si sigues el orden comprenderás mejor los siguientes ya que hace constantes guiños al pasado y los casos están relacionados.

El los tres, la protagonista es la inspectora de homicidios Amaia Salazar, mujer fuerte e introvertida con una brillante mente analítica aunque no siempre sigue las reglas como se espera. Casada con un famoso escultor más bueno que el pan (y que debe estar como un camión), desarrolla su intensísima labor policíaca en un enclave en el que la magia, la cultura vasco-navarra más mistérica y mitológica, la confusión entre lo real e imaginario se hace patente poniendo a prueba su raciocinio y sus conocimientos “académicos”.

Las tradiciones de la zona más oscuramente enraizadas, aún, entre la población como la brujería, los seres míticos como una suerte de hadas locales llamadas lamias, guardianes del bosque, demonios o mounstuos aparecen como un desafío a la razón y abriéndonos una puerta al imaginario mágico, a veces en forma de ayuda, otras como fuerzas al mal, con las que debe nuestra inspectora convivir, aprender y comprender para poder resolver los espectaculares y terribles casos a los que se enfrenta.

La propia familia de Amaia Salazar cobra un protagonismo fundamental, con una madre perturbada y sumamente peligrosa que, a lo largo de los libros, planea como una sombra fatal, y su tía Engrasi polarizando, como un hada buena, además de dos hermanas que complican su vida sobremanera.

Asesinatos rituales, sectas, hadas, brujas, amor, infidelidades, secretos, mentiras, y silencios, muchos silencios que ocultan pasados terribles, miedos inabordables, verguenzas… Todo ello situado en un enclave determinante que configura el paisaje del valle del Batzán, Pamplona, Donosti y aledaños en los que parece que uno calla más que habla, la reserva y la introspección, el secreto como seña de identidad, de carácter, de una tierra de mujeres “que hacen lo que hay que hacer” por muy duro que sea.

La niebla, el cielo lluvioso y encapotado, el frío, los montes y bosques son el escenario perfecto para desarrollar estas magníficas novelas en las que una cueva puede ser la puerta al inframundo, la ribera de un río, un mapa del terror, y una vieja creencia, un presente con el que verse obligado a convivir.

El estilo de Dolores Redondo es ágil y trepidante, sabe crear perfectamente la atmósfera adecuada para que “veas” dónde se desarrolla la acción, te hace sentir el frío y la niebla, el miedo, la angustia, transmite perfectamente y te aseguro que como empieces sus libros, no vas a poder parar.

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